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viernes, 31 de agosto de 2018
đź’™Una vez que me aprendĂ las respuestas, me cambiaron las preguntas. đź’™
Mariana Isadora Rodriguez
7 August
đź’™Una vez que me aprendĂ las respuestas, me cambiaron las preguntas. đź’™
En ese entonces, las preguntas tenĂan que ver con el mar, las nubes, el agua, el cielo. La muerte, la vida, como serĂa ser grande.
Dónde va el sol, porque hay sombras, cuando tardaré en tocar una estrella?
Miraba los mapas, me aprendĂ los nombres de las provincias Argentinas y las identificaba en el mapa.
Aprendà a leer y escribir muy temprano. Y hablar de incontables, que algo era largo como el cuello de una jirafa. Dimensiones para crear un mundo. Mi mundo. Mi mundo al revés.
Entre esas cosas, me cree mi primer trabajo. Se habĂa cortado la luz en el barrio. Entonces preguntĂ© a los vecinos si querĂan velas. Y me fuĂ al almacĂ©n de Cardozo a comprar velas. El almacĂ©n estaba cerca de casa. No habĂa que cruzar la calle, solo atravezar el patio de casa que en esa parte no tenĂa cercos. Despues, cortabas por un caminito que atravezaba un baldĂo. Entonces, llegabas a la esquina donde estaba el almacĂ©n.
El almacĂ©n de Cardozo tenĂa de todo. Alfajores, los mas ricos. Dulce de leche, galletitas ManĂłn. chupetines, queso y manzanas. Leche no tenĂa. Eso lo recuerdo muy bien, porque comprábamos la leche fresca, en un tambo que estaba un poco mas lejos y eso es otra aventura.
El almacĂ©n de Cardozo tenĂa un mostrador alto. Alto para mi, en esas dimensiones de niña donde todo era grandioso, inmenso, intenso. TenĂa que ponerme de puntas de pie para ver del otro lado. Muchas veces me trepaba para ver los estantes de atrás. Ahi habĂan cosas que no sabĂa bien para que eran. Algo asĂ como comino, ajĂ, azafrán, aceite, calditos de verduras para la sopa, fĂłsforos. Y no se que más.
Cardozo me viĂł llegar y agarrĂł un alfajor Tatin. Siempre tenĂa listo uno para mĂ. Esos alfajores eran lo más. Bañados en chocolate blanco o chocolate negro. Eso era la delicia de cualquier paladar. Le pedĂ velas para Ester, Blanca y la Sra del frente de casa. Cardozo me dio los paquetes de velas rancheras. No recuerdo si fueron uno o dos paquetes. Pero en cada paquete habia 4 velas y me costaba agarrar todas las velas con una sola mano.
Pero me las ingeniaba para sostener el paquete entre las piernas, abrirlo, sacar las velas, entregarlas, agarrar la plata y ponerla en el bolsillo grande que tenĂa en la pechera de mi pantalĂłn enterito.
Mis vecinos me dieron la propina, el cambio, lo que habĂa sobrado de la compra. No tengo una idea de cuanto era ni cuanto valĂan esos billetes grandes y grises. Pero seguro me alcanzarĂann para mas alfajores, caramelos gomitas y los masticables sugus. HabĂan unos que me gustaban mucho. Eran los de sabor a eucaliptos y los de menta. No se porque, pero esos sabores aĂşn me distinguen.
Esta foto tiene muchas memorias y otras tantas dimensiones. Tantas historias que pueden guardarse en una imágen
Y esta foto tiene una mirada que solo un retratista supo captar. Y fue por esa mirada, que el fotĂłgrafo me encontrĂł muchos años más tarde. Esa es tambiĂ©n otra historia-. en fin La mirada no cambia . Pero desde ahi hasta aca, las respuestas sĂ.
Photo by Alfredo Luis Cardozo el mejor retratista
When I learned the answers, they changed the questions.
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