Por Mariana Isadora Rodríguez
Cosas del destino
Cosas del destino
No lo diseñe, no lo
espere, no lo busque, no lo cree. Pero así se fueron dando las cosas. Cosa de
creer o reventar. Ahí fue que lo vi. Y fue por ese maldito vicio de besar que
me pegoteé. Muchas cosas en común, pero no
había mucha piel o si. Lo que no había era mucho sexo. Y por esas cosas
del destino, no va que me quedo
embarazada en una de los primeros
intentos.
Él no quería saber nada con la idea de ser padre. Y yo que? Qué se
yo... apenas con 18 años, comenzando la universidad, con trabajo temporario.
Nada fijo. Ni siquiera sabía si lo que estaba estudiando me gustaba.
Y este caballero
aparece justo ahí, en un momento de muchas preguntas, de muchas inseguridades y
en el preciso momento cuando estaba descubriendo el mundo. Comenzaba a tener
nuevos amigos. A pintarme como una puerta y buscar ropas que se amoldaran a mi
cuerpo y ocultaran mis defectos.
Toda mi vida haba
tenido piernas delgadas y cara de nena. Quizás por eso, no había tenido novio
en la secundaria. Y me sentía aislada, no tenia de que hablar con mis
compañeras del colegio que ya
tenían experiencias sexuales. Yo nada,
no conseguía más que enamorarme en silencio.
Amores platónicos.
Y de repente, Nico.
Así de la nada. Me gusto su cara de niño, su cuerpo poco musculoso. Sus cosas
raras. Era realmente raro. Pero en ese
momento, no podía darme cuenta porque era extraño. Nos gustaba estar horas y horas
abrazados.
Él tenía algunos
amigos y nos reuníamos bastante con
ellos. Siempre estaban organizando fiestas de disfraces. Era muy sano. No consumía drogas y tampoco mucho alcohol.
Escuchábamos música y nos encantaba bailar.
A Nico le encantaba disfrazarse
de mujer vampiro y atacaba a mordiscones
a sus amigos. Y con uno de ellos se besaba en la boca. Lo hacía como un
juego, claro.
También nos cambiamos la ropa con Nico. Él se
ponía mis plataformas y se maquillaba. Y yo permanecía en calzones al lado del.
Y sus amigos nada. Ninguno decía algo sobre mi cuerpo. Siempre creí que era
porque era demasiado lánguida y no
llamaba mucho la atención. Casi sin tetas,
un cuerpo como de nena. Todas las tallas me iban grande de caderas y muy cortas de piernas. Parecía un espanta pájaros.
A no ser por el maquillaje, mis labios gruesos, rojos y carnosos. Era una mujer sin gracia. Pero no, solo era una mujer sin exuberancias.
Yo lo amaba.
Nos amábamos. Yo no podía estar sin él y el sin mí. Como no lo iba a
amar, si fue mi primer hombre. Y respeto
mis tiempos. Era muy respetuoso de eso. Muchas veces, pensé que era porque yo era muy poco
atractiva. Pero éramos muy parecidos en eso los dos. Él era igual un tanto
celoso de mis amigas. No quería que hablara mucho con ellas. Pero de sus
amigos, nunca una escena de celos, nunca una mala cara. Mi hermano más chico, viste como son de
celosos los hermanos menores. Bueno, él
decía que Nico era maricon.
Para mi Nico era lo
más. Era callado, medio tímido, alegre y muy original. Tenía su forma de humor.
Y me gustaba eso. Porque siempre estaba dando vuelta el mundo. Mirándolo de
otra manera. Se enojaba cuando yo me ponía una minifalda o con push up, me
armaba las lolas. Y yo lo hacía por él. Para estar más sexy. Pero él amaba mis
uñas negras, mis zapatos de cordones. Y hasta me corte el pelo para parecer un
anime japonés, que el adoraba. Estábamos mucho tiempo junto. Casi todo el
tiempo posible.
El destino del sexo
Yo
tenía muchas dudas sobre el sexo. Les hacía preguntas a mis amigas. Ellas eran expertas y salían con pibes más
grandes, con hombres casados, con viejos, bah con tipos de más de 30 años. Una
de ellas tuvo que hacerse un aborto. Y entre todas juntamos el dinero para que
pudiera hacérselo sin decirles nada a sus padres. Y el tipo se borró con eso de
que era casado, tenía familia y ella le estaba generando problemas. Que si la
mujer se daba cuenta Y si rompía su
matrimonio y sus hijos y no sé cuántas cosas más. Él tenía hijos, una familia y un trabajo. Era
un tipo feliz. Y Male? Male estaba fascinada.
Una vez, recuerdo, que
se habían emborrachado tanto que terminaron teniendo sexo en una playa de
estacionamiento en pleno día! Y la mujer de él, llamaba y llamaba, hasta que el
atendió el teléfono. Entonces en un santiamén, todo cambio. El obligo a Male a ponerse la ropa rápido, limpiar el
auto y se fue rapidísimo porque tenía
que buscar a los chicos a la escuela. Y Male, me llamo a casa, para que la
fuera a buscar a una estación de servicio en el acceso oeste, cerca de Merlo.
Male no tenía un mango y le tipo la había dejado ahí. Male se reía, estaba
todavía borracha cuando llegue. Se reía
de la locura que habían hecho, del
sexo que habían tenido. Male decía, que él tenía un pito muy grande y
cogía muy bien. Y que la mujer estaba fuera de estado. Que había perdido la
figura, después de los embarazos y se había puesto exigente con él. Y
bueno, Male estaba enamorada. El la
llamaba a cualquier hora. Male decía que él estaba loco por ella. Y Male se
escapaba de su casa. A veces de madrugada, otras veces en pleno día. Otras
veces ella se tenía que esconder porque pasaban amigos de la familia y podían
verlos. Y ellos nunca andaban de la mano. Solo hacían el amor cada vez que se
veían. Y se veían solo para tener sexo. Male no entendía mi relación con Nico. Nosotros íbamos juntos
para todos lados, pero no teníamos mucho sexo. Y del destino? Qué se yo... Male lo estaba descubriendo, él
lo estaba padeciendo.
El deber del destino
El deber del destino
Edith, mi amiga de la
infancia. Con ella mucho no podía hablar. Porque ella tenía otro destino, ya
desde muy chica. Su familia era de una religión protestante muy estricta. Con
nosotras se soltaba y hablaba cosas así de impíos. Cosas del mundo. Pero se
rescataba rápido y se iba. Cuando hablaba de amor, era así como que estaba
predestinado y que ella no iba a contradecirlo. Y lo decía tan segura. Que era
creíble. Ella andaba con el hijo del
pastor. Y hacían cosas interesantes
juntas. Salían a evangelizar, organizaban actividades para los jóvenes de la
comunidad religiosa. A veces, se iban de campamentos a lugares hermosos y se
encontraban con otros jóvenes. Ella era muy espiritual y el también. Y siempre
decía que pedía a Dios para que la guiara
a espantar los deseos de la carne. Y así,
darse cuenta si ese era el verdadero amor.
Ellos esperaban terminar sus estudios
universitarios, y después enrolarse para trabajar en la obra del señor. Y si era la voluntad de Dios y estaba destinado
a formar una familia, se casarían. Pero tenían que luchar mucho por conservar
ese amor y no caer en la tentación, ni perderse en otros menesteres. Edith
nunca había tenido una relación sexual. Y nos sorprendía, porque ellos no
tenían sexo. Pero ella decía, que si tenía la mente ocupada no le daba tiempo
al diablo para que se apoderada de los deseos de la carne. Ella quería llegar
virgen al matrimonio y ofrendarle a su futuro esposo, toda su femineidad
intacta. Entonces como podía yo contarle a Edith sobre mi relación con Nico.
Bueno quizás era un poco como Edith, una relación espiritual y
no nos dábamos cuenta, quizás ese era nuestro destino.
Destino de iglesia y familia
El destino de mama
Un día, de casualidad
llegue temprano a casa y la vi a mi mama
llorando. Ella estaba sola, papa se
había ido a trabajar y mi hermano estaba en el colegio. Ese día, me sorprendió
encontrarme con mama. Normalmente a esa
hora, ella estaba en el instituto.
Ella había retomado sus estudios
de pedagogía. Cosa que me hacía muy feliz. Pero quien no estaba muy feliz era
mi papa. Papa le reprochaba a mama, que
ella abandonaba las tareas de la casa,
que no tenía que comer, que estaba todo desordenado. Que cocinaba
siempre lo mismo.
Cuando mama no
estudiaba, papa llegaba a casa, prendía la tele y del sofá no se movía. Todo el
tiempo diciendo Tesorito no me haces un té?, tesorito tengo frio, me alcanzas
la manta? Mi reina, podes plancharme esta camisa para mañana? Mama, podes hacer
callar a esos chicos que quiero ver el noticiero? No podíamos ni jugar cuando
él estaba en casa. Y de mirar televisión ni hablemos. Todo era para él. Todo lo
mejor. Él decía que podía comprarlo porque la plata era de él y era el único
que trabajaba en casa. Pero si mama lo hacía, él se enojaba. Y eran tan
insoportables todos los reproches que le hacía a mama, que ella terminaba por
abandonar el trabajo, los estudios. Y así todo
eso se repetía cada tanto,
durante muchos años. Ese era el destino de mama?
Pero ahora ella, se había puesto a estudiar para poder trabajar y
ayudar en la casa. Tener su dinero, administrarse de otra manera,
ayudarnos a nosotros y esas cosas. Eso
molestaba a papa y a la madre de papa. Porque decían que con eso de ir a estudiar, se estaba juntando
con gente de ideas raras. Y esas ideas raras la estaban convenciendo a
mama. Parece que mama se estaba rebelando y los abuelos decían, -”tarde le
llega la adolescencia. “- Y papa se mofaba de eso. Hacia pantomimas de mama
comiéndose las uñas, con tics nerviosos, con blusas escotadas, polleras cortas
y tacos como los míos. Mama no decía nada. Seguía con sus cosas. Que paciencia
la de mama. Algún día se va a cansar, pensaba yo. Podrá cambiar de destino o de
marido? O el marido que le destino le otorgo?
Otras veces, mama se
conformada diciendo que se parecía a su papa. Que era genético, que no lo podía
cambiar. Que así era el destino, que en
la vida, no todo
era color de rosa.
La carga del destino
La carga del destino
Mi abuelo
materno, había tenido varias tragedias
juntas. Sus padres habían fallecido
cuando él era un niño. Se crio un poco
con sus abuelos y otro poco con
sus tíos. Después, se casó y por cosas de la vida, la Muerte le llevo su esposa
y le dejo tres nenas. Y el destino,
nuevamente, puso en su camino una nueva
mujer. No se llevaban muy bien. Vivian todo el tiempo separados y cuando estaban
juntos peleaban mucho. Y los sábados iban a la iglesia a buscar soluciones. El
pastor decía que: - “lo que Dios unió, no lo separe el hombre.” Entonces hacían
un par de oraciones y así comenzaban de
nuevo. La paz les duraba apenas unas horas. Y así seguían y siguen todavía,
cargando su destino.
La vida del destino
El caso es que ese día
me encontré con mama en casa llorando y
los apuntes del instituto desparramados por todo el living de la casa.
Me senté al lado de ella y le pregunte que había pasado. Y mama no quería hablar,
se secó las lágrimas y se puso a juntar los papeles del piso.
“No pasa nada hija.” - Me dijo -
“pasa lo de siempre, que a tu papa no le gusta que salga de la casa, que está
cansado de llegar y estar solo, de no tener que comer y etc., etc., y siempre es la misma cantata. Que
también me descuide de ustedes, que los
dejo hacer lo que quieran, que no sé dónde están, que no me interesa la
familia, que estoy tirando por la ventana,
todo el sacrificio que el hizo durante todos estos años...” Mama lloraba
mientras hablaba. Lloraba mucho. Abrace a mama y me puse a llorar con ella. Y
llorando le dije:- “Y justo ahora vengo yo con un embarazo.”
Mama me despego de su pecho y me agarro fuerte de los
hombros. Mientras me decía-”Que, que,
qué?” oh no, Lolis. Yo sabía que esto podía pasar. Se agarraba la cabeza, caminaba y daba pisotones en el piso. Y yo
ahí parada aun con la campera puesta y comiéndome las uñas. -“Bueno ma, paso.”
- le dije.
-Porque no te cuidaste?- Que dice Nico? Y la
universidad ahora? - Parecía una máquina de hacer preguntas y sin
respirar.
Ma, - dije con voz
fuerte para interrumpir un poco su monologo. -” Nico no quiere tenerlo, pero yo sí.” - Mientras mi vieja me miraba
con los ojos bien abiertos, resoplaba y
meneaba la cabeza. “Facu, ya sabe y él
me puede ayudar a cuidarlo mientras estoy cursando.” Facu es mi hermano menor.
Y es mi confidente también.
-Claro ustedes saben mucho de hijos y son muy
responsables- gritaba mama. - Los tengo
que despertar para ir a la escuela y hablan de cuidar un bebe como si fuera
fácil! Que no se entere tu padre. Esto lo resolvemos nosotras. -Me dijo
sentenciándome.
Como siempre mi mama
resolvió todo. Conseguimos el dinero, fuimos al ginecólogo y me hice el aborto. Mi tía, que estaba de visita
por Argentina, me acompaño al consultorio. Mi tía, otra que anda buscando el destino no sé por
dónde. Nunca para, quizás porque nunca lo encuentra. Vaya uno a saber. Tantos
destinos, como personas. O será que hay
más de un destino para cada persona? Me pregunto a veces.
Pocos
meses después paso la tormenta y nos
dejamos de ver con Nico. El continúo con
sus estudios de informática. Se lo ve con un amigo. Su mejor amigo. El de
siempre. Y cada tanto aparecen fotos en
su Instagram y Facebook.
Ellos dos tomados de la mano, dándose besos. Siempre pensé que su relación
era de un amor muy fuerte. Nico decía que eran inseparables. Compartían
secretos muy íntimos. A mí no me los quería contar porque decía que eso
cambiaría la relación. Él tenía miedo que yo lo odiara. Y yo tenía miedo que él
me odiara a mí, por querer tener un hijo suyo. Sera que el sexo
condiciona el destino?
Por
fortuna eso no paso, pero yo fui su
primera y única mujer. Nico es y será
una persona única para mí. Nos une, quizás,
ese secreto de haber derribado
prejuicios y desafiado el destino. Bah,
que destino? Tal vez el de conocernos, el de
disimular los defectos, el de
jugar con las apariencias, el de ser capaces de elegir…
Que hubiera pasado si
todo hubiera sido al revés, o simplemente una cosa hubiera sido diferente? A veces,
me gusta hacer esos juegos mentales de inventar finales y trucar
realidades. Y ni hablar que cuando saco un pasaje elijo un punto de llegada, marco un lugar de arribo
y saco
un billete para otro lugar. Una manera de esconderme del destino o
perderme por el camino. Siento esa simple felicidad que escribe Machado:
“Caminante no hay camino, se hace camino al andar.” A esa frase me la hice carne. Que hasta
pienso que el destino es solo un lugar
de paso, un lugar de arribo, entre tantos
caminos, atajos y vericuetos que se entreveran con el tiempo.
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